KI


“KI WA CHIKARA NO DAIO.
El Ki es el gran rey de la fuerzas”.
O Sensei Morihei Ueshiba.

La idea del Ki está cada vez más aceptada en occidente desde hace algunas décadas gracias a la amplia difusión de las artes marciales y de la medicina oriental, sobretodo en la acupuntura (Qi), el siatshu (masaje japonés) o el Qi Gong. A pesar de esto, decir algo sobre el Ki entraña una serie de dificultades de lenguaje debido a que en occidente no existe una palabra equivalente. Algunos lo traducen como “energía”, pero también puede ser sensación o percepción.

La idea fundamental del enfoque cartesiano es que todo fenómeno, para ser comprendido, debe ser analizado, descompuesto en sus partes, medido, pesado y reproducido en condiciones experimentales de laboratorio siguiendo un método establecido de antemano (método científico). Occidente vive de teorías, axiomas, cálculos de probabilidad y métodos estadísticos que son todos de aplicación generalista. Sin embargo, los descubrimientos de la ciencia, sobre todo en el campo de la física de los últimos cincuenta años, apuntan en otra dirección muy diferente. Hoy sabemos que al realizar un experimento las condiciones establecidas por el experimentador condicionan su resultado o dicho de otra forma, el observador no puede ser nunca independiente o totalmente objetivo al fenómeno observado e influye sobre el mismo. Es el llamado principio de indeterminación de Eisenberg, uno de los padres de la física cuántica. La primera vez que los científicos se dieron cuenta de este hecho fue cuando estudiaban el comportamiento de la luz. Demostraron que si se quiere verificar que la luz está compuesta de partículas, se puede montar un experimento que deja sin ninguna duda este hecho. Así se dijo: la luz está compuesta por fotones, partículas subatómicas. Por otro lado, si se quiere demostrar que la luz también se comporta como una onda electromagnética, se puede hacer otro experimento que lo verifica. De este modo también la luz es una onda. ¿Cómo es posible que la luz ea dos cosas al mismo tiempo, una onda y una partícula?. Esto era absolutamente contrario a la visión mecanicista del universo, llena de objetos concretos como la masa, la gravedad, etc. Era absurdo que un mismo fenómeno natural pueda ser ambas cosas a la vez. Lo mismo sucede con el caso del electrón. Gracias a este descubrimiento actualmente disponemos de células fotovoltaicas, fibras ópticas, cd’s, ordenadores, Internet, láseres en medicina y en la industria, etc, cosas todas a las que estamos acostumbrados y que ya forman parte de nuestra vida cotidiana. Yendo un poco más allá, lo más inquietante de esto es que ambas cosas son mutuamente excluyentes, es decir, cuando definimos que la luz es una partícula no hay forma de demostrar en el mismo experimento que también es una onda y viceversa. Entonces, surge una pregunta fundamental: ¿Qué es la luz? Y los científicos no tienen una única respuesta para definir la luz. Con el Ki pasa exactamente lo mismo: es ambiguo, aunque no por ello no pueda ser sentido y percibido. El Kí pertenece al reino de la percepción, de la sensación, de la energía y del movimiento. No es una cosa que pueda ser medida, sólo puede ser experimentada de muy diversas formas sin por ello dejar de ser muy real, al igual que la luz. He puesto un ejemplo, el de la naturaleza de la luz, que a primera vista puede parecer pueril...estamos tan acostumbrados a ella. Es evidente que sin la luz del Sol no existiría la vida sobre el planeta. Pero resulta que la luz es la esencia del Universo. Sencillamente sin la luz el universo no existiría. Estas manifestaciones del Universo son tan cotidianas que prácticamente nadie se pregunta sobre estas cosas y no se les dan importancia. Simplemente están aquí. Con el Ki pasa lo mismo. Sin Ki nadie estaría vivo. Es tan evidente que estamos vivos que el Ki pasa desapercibido para la mayoría.

Para el pensamiento oriental el universo no existiría sin el Ki. Da lo mismo decir que el Universo es luz que decir que el Universo es Ki. Ambas nociones pertenecen al mundo de la energía en movimiento y posiblemente la contribución más importante de las filosofías de Oriente a la historia de la humanidad sea el Ki. Es más, la misma luz del Universo es una de las manifestaciones del Ki. Para el Maestro Ueshiba, el creador del Aikido, el Ki es el Universo mismo en manifestación. No un Universo lejano o abstracto. Es el hecho de estar presentes aquí y ahora. El objetivo principal del Budo es sentir, expresar, asimilar, digerir, transformar y comprender el Ki. Es la visión suprema del Aikido. La intuición máxima del Maestro Ueshiba. Ninguna expresión de la vida es posible sin el Ki. Un practicante de cualquiera de las vías propuestas por el Budo debe tener esto muy presente en todo momento. El arte de expresar el Ki a través del cuerpo, de la mente y del espíritu se llama Takemusu Aiki, el arte de coordinar el soplo vital con los ritmos del Universo.

Un significado importante del Ki es el de energía, espíritu o aliento. Es el término usado por los japoneses para designar los estados del ánimo, de la salud, de las situaciones y sensaciones cotidianas y de los fenómenos de la naturaleza. Es el Chi de los chinos, el prâna de los hindúes y de la filosofía del Yoga, la energía de la vida que se expresa por la respiración, sin la cual las funciones vitales no serian posibles. Como energía, atendiendo a los elementos clásicos de la naturaleza, existen cuatro estados en los que se presenta: Hi no Ki, el Ki del fuego o la energía del Sol, Mitzu no Ki, el Ki del Agua o de la lluvia, Tsuchi no Ki, el Ki de la Tierra o de los elementos que la componen y Kuu no Ki, el Ki del Aire, del Espacio o del Vacío. Todos juntos forman Shizen no Ki, el Ki de la naturaleza. Todas estas “clases” o grupos penetran en el organismo a través de la respiración: Kokyu. El kokyu es el acto que nos permite interactuar con el Universo y con los estados de la energía del entorno. Es el punto central del Ki Hon o las formas de práctica en las artes tradicionales orientales. El objetivo del Kihon es desarrollar el kokyu y restablecer la circulación del Ki del Universo a través del cuerpo, de la mente y del espíritu.

¿Cómo actúa el Ki? Pongamos por caso que estamos en nuestra cama y a nuestro lado tenemos un reloj. Por supuesto hay muchos sonidos a nuestro alrededor que llegan a nuestros oídos, incluido el tic tac del reloj, que el principio puede ser muy sutil: tic tac, tic tac. Este simple sonido puede convertirse en una gran molestia llegando a eclipsar el resto de los sonidos. De repente se hace tan potente que este sencillos tic tac, se hace insoportable hasta el punto de impedirnos dormir. En este caso podemos decir que nuestro Ki ha sido atrapado absolutamente por el tic tac. Toda nuestra atención esta ahí y ya no percibimos nada más, es más fuerte incluso que los ruidos de la calle. Puede incluso alterar nuestro estado de ánimo e incluso paralizarnos e impedir levantarnos para quitar el reloj. En este caso nuestro Ki se ha visto completamente alterado. También es conocido que personas débiles han sido capaces de realizar proezas en condiciones extremas. De repente han desarrollado una fuerza y una agilidad increíbles dignas de los mejores atletas que llevan años preparándose. A veces basta un pequeño acontecimiento o una decisión sin importancia aparente para cambiar totalmente nuestra vida a mejor o peor. Todas estas cosas tienen que ver con el Ki y en la mayoría de los casos se desarrollan a un nivel subconsciente.

El Ki también es visualización. Muchas de las cosas que realizamos sin que nuestro consciente intervenga, como por ejemplo, recorrer a píe o en coche el camino de regreso a nuestra casa, las hacemos porque previamente lo hemos visualizado. Este acto de visualización nos permite estar absortos en nuestros pensamientos mientras conducimos y reaccionar a un acontecimiento imprevisto de forma inmediata. No necesitamos “recordar” cada paso que damos. Esta visualización subconsciente es tan potente que todo el cuerpo se adapta. Pongamos por caso los escalones que tenemos la costumbre de bajar. No los contamos, no les prestamos atención. Sin embargo, si nos quitan un escalón es muy posible que tropecemos pues nuestro cuerpo “sabe” que ahí había un escalón. Es estos casos nuestro Ki está fijado de antemano y de ahí se derivan no pocos accidentes. Por ejemplo, en los trabajos que entrañan cierto riesgo pero que son mecánicos o cuando aprendemos a montar en bicicleta y vamos directos hacia una pared, sabemos que nos vamos a chocar, la pared parece que nos atrae y paraliza nuestro cuerpo. Somos incapaces de reaccionar, nuestros músculos se paralizan; el choque es inevitable y todo está visualizado de manera inconsciente de antemano, etc. El hombre es lo que visualiza que es. Esta visualización puede ser muy restrictiva y también muy expansiva. Son diferentes estado del Ki: Ki restrictivo, Ki expansivo. Y lo que el hombre visualiza depende de sus creencias, de su cultura, de sus inclinaciones, de sus vehemencias y de sus demencias, de sus gustos, de sus inclinaciones personales, etc.

El Ki también es cohesión. Para mantenernos vivos nuestro cuerpo realiza infinidad de cosas a las que no prestamos ninguna atención. Si nuestra vida dependiera de nuestro pensamiento consciente o de nuestras decisiones conscientes no podríamos ni siquiera coordinar dos actividades que realiza el cuerpo para vivir. Sin embargo estamos vivos y el cuerpo realiza millones de actividades simultáneamente. Esta fuerza de cohesión que hace que la vida se manifieste como un todo es el Ki. Al mismo tiempo que respiramos, late nuestro corazón, andamos, miramos, escuchamos, pensamos, hablamos, nos movemos, nos rascamos, bostezamos, imaginamos, soñamos, vemos, oímos y millones de células saben lo que tienen que hacer y lo hacen. Nada de esto sería posible sin la función del Ki que nos mantiene vivos.

El Ki también es acción y movimiento. Nuestro cuerpo nunca está en reposo. Ni siquiera durmiendo o realizando un ejercicio de relajación el organismo se detiene. Nuestro corazón late, respiramos, la sangre circula, la electricidad circula, etc. El Universo actúa, está en movimiento. Con su movimiento provoca la existencia y la experiencia de la vida. La función del Aikido es sumergirnos en el movimiento del Universo y en su acción, penetrar en ello y sentirlo. El movimiento del Universo es nuestro movimiento. No es una teoría, es un hecho. Un Ki restrictivo polarizado sólo en la esfera del pensamiento nunca permitiría que diéramos un paso tras otro. Andamos porque no pensamos en andar, más bien podemos pensar o rascarnos la nariz mientras andamos y andamos porque estamos vivos y tenemos dos piernas no porque lo pensamos. El Ki del pensamiento es sólo uno de los estados del Ki. Otra función del Aikido es eliminar completamente la distancia entre el pensamiento y el movimiento o la acción. Podemos pensar en el Aikido o en cualquier otra cosa, pero eso no producirá nada. Sólo la acción lo hará. El hombre actual piensa para después actuar, pero resulta que su decisión es seguir pensando para poder actuar. Mientras tanto el mundo se deteriora porque el hombre lo piensa pero no lo experimenta en su totalidad. La función del Ki hace que el mundo esté en movimiento, antes que la especie humana y después de ella. El Aikido tiene como misión penetrar en la función del Ki del Universo y hacer del hombre un verdadero ser en movimiento armonizado con la naturaleza, más allá del pensamiento.

El Ki también es un espíritu, un ánimo y aliento interior en constante circulación y transformación. La naturalidad consiste en que el Ki no encuentre dificultades y fluya por cada rincón de nuestro ser, de la vida y de su relación con el mundo. Este sentido de transformación me permite evolucionar más allá de la “coreografía” aprendida del Aikido y pasar muy despacio, saboreando cada expresión, hacia la naturalidad. El espíritu del Ki es como el aire fresco y cristalino de la mañana (samuhara) . Es un ánimo despierto y dispuesto a abrirse a la potencia del Universo. La naturalidad del Ki es el tesoro que cada uno de nosotros tenemos como un regalo de la vida. Es de cada individuo de forma indiscutible y no se puede obtener ni quitar, sólo se puede interactuar con él.

Cuando hablo de la capacidad constante de transformación del Ki veo un árbol que extiende sus ramas hacia el espacio y sus raíces hacia el interior de la tierra. Este crecimiento del Ki es ilimitado. Mientras el árbol tenga lo que necesita se extenderá hacia el espacio. Sólo la gravedad lo limita y la biosfera lo sostiene. Este árbol de la vida se adapta al universo que le rodea sin luchar con él. No son sus límites lo que me ocupa sino su constante extensión. Es el Kokyu natural o la Respiración Universal.

Los cuatro tipos básicos de Ki:

Tsuchi no Ki – El Ki de los elementos terrestres.
Mizu no Ki – El Ki del agua.
Hi no Ki – El Ki del fuego.
Kuu no Ki – El Ki del espacio

Juntos forman Tenri Shizen No Ki o la Fuerza de la Ley Natural.